sábado, 16 de julio de 2011

El Banco de las personas que no tienen suerte.

Apartando lo típico y lo cliché, solo empezare la historia sin más.

Una noche de un día de San Valentín, el calmado silencio hacia contraste con el frio pero agradable clima, esa noche había una luna hermosa, de esas que ves muy pocas veces, cuando está completamente redonda y destellando su brillo de una manera única, bueno era una noche perfecta para cualquier persona, nos situamos en un parque de la ciudad, de esos que están repletos de personas durante el día, pero en esta ocasión me encontraba sentado en un banco admirando el esplendor de la noche, pensando en muchas cosas, sobre todo pensaba en que en ese mismo instante miles de personas estaban compartiendo con su pareja de momentos gratos, pero yo solo me encontraba sentado en aquel banco, acompañado de mi soledad, no voy a decir que era mala compañía, pero bueno pasado un tiempo pude notar que el olor de una refinada fragancia lentamente se acercaba y se paseaba a mi alrededor (esas fragancias que no todo el mundo puede comprar), al voltear mi mirada vi a una chica que caminaba justo a unos metros de mi, con aquel rostro que podría ser comparado con la belleza extraordinaria de un ángel.

Me di cuenta que la chica iba un poco triste, y cuando pasó junto al banco no pude evitar decirle: “Este es el banco de las personas que no tienen suerte”, la chica al escuchar me sonrió pero siguió caminando, dio unos cuantos pasos y se detuvo, volteo y se dirigía de nuevo al banco,  me dijo: “¿Debo pagar para poder sentarme?”, así que sonreímos, ella reía de forma coqueta, su sonrisa era característica, era distinta, parecía que sonreía pero en el fondo una voz gritaba: “¡Ayuda me siento sola!”, yo le sonreí y le invite a sentarse.

Ella: ¡No te parece hermosa la noche!
Yo: ¡Sí!, muchas personas deben estar pasándola bien en este instante.
Ella: ¡Cierto!, y nosotros sentados en el banco de las personas que no tienen suerte.
Yo: Por lo menos, estoy sentado junto a una hermosa mujer, parece que mi suerte ha cambiado.
Ella: ¡Gracias! *Sonrojada*, puedo notar que también estas solo esta noche de San Valentín.
Yo: Si, pero tú, cuéntame: ¿Qué haces por aquí?.
Ella: El destino me hizo una mala jugada y desde hoy odio el San Valentín.
Le dije que no podía odiar el día de San Valentín, que sea lo que sea que le hayan hecho no podía dejar de creer en la magia que tenía ese día.
Ella: A todo esto, ¿porque me miras fijamente?.
Yo: *Apenado* Disculpa, no puedo evitar ver tus hermosos ojos, parece que desvían mis pensamientos.
Ella: ¡Gracias!, es un poco tarde ¿no?.
Yo: Si, pero estamos solos, ¿Qué puede pasar?, le miraba fijamente.
Supongo que se intimidaba por mirarla tan fijamente.
Ella: *Desviando la mirada* Eres un caballero, parece que buscas a tu princesa.
Yo: Estas en lo cierto, no soy ni uno azul, ni uno verde, prefiero ser un plebeyo en busca de una hermosa dama.
Ella: Yo preferiría ser una hermosa dama, que es conquistada por un plebeyo.
En ese momento me sorprendió su respuesta, pero no podía echar marcha atrás, con una sonrisa le mire firmemente a los ojos de forma insinuadora, a lo que ella acepto mis miradas, me le acerque y intente darle un beso.

Ella: *Rechazándome*, tienes que saber que cuando empiezas no podrás detenerte.
Yo: No entendía bien a lo que me decía, pero las ganas de besar sus labios con color rojo pasión eran muy grandes, así que dije que sí y proseguí a besarla.
Nos besamos por un largo tiempo, debo confesar que sus besos eran únicos, el sabor de sus besos era inigualable y yo, yo era privilegiado de tenerle entre mis brazos besándole, mientras suspiraba el hermoso aroma de su cabellera dorada se me venía a la mente que estábamos en el banco de un parque público, seguir no sería correcto, así que me detuve.

Ella: Te dije que si empezabas no podrías detenerte.
Yo: Pero estamos en un banco, de un parque público.
Ella: Mira la hora, es tarde. ¿Desaprovecharías esta oportunidad?, solo por temor a algo ficticio.
Yo: *Pensativo de lo que me dijo*, tienes razón.
Entonces me acerque de nuevo y seguimos besándonos, el frio se había desaparecido, ahora era un calor el que nos mantenía, el calor de la pasión imagino, me dijo que la noche seria inolvidable, y yo le dije que sería mágica, el silencio paso a ser el canto de nuestros cuerpos en armonía, juro que besar su cuerpo era lo que más me gustaba, tenía unas curvas perfectas. ¡Era la mujer perfecta y la tenía entre mis brazos!.
Al terminar con lo nuestro, la chica se levanto.

Ella: Gracias por esto.
Yo: Gracias a ti, pero espera, no me has dicho tu nombre.
Ella: Mi nombre, ya no importa mucho en este momento.
Yo: Quisiera saber el nombre de la mujer con la que he pasado la noche más maravillosa de mi vida.
Ella: Mi nombre, mi nombre es Valentina.
Yo: Listo, yo soy Kristtian, mucho gusto hermosa dama.
Ella: Un placer, debo irme a casa, ya es tarde.
Yo: Yo te puedo llevar si quieres.
Ella: No gracias, puedo irme caminando.
Yo: Listo, déjame llevarte.
Ella: En serio quiero irme caminando, gracias.
Yo: Okey, ¿me das tu numero al menos?.
Ella: Lo siento, no has entendido.
Yo: ¿Qué no entendí?.

Ella se marcho sin decir más nada, al levantarme pude notar que el banco había sido dañado por la escritura de aquella hermosa dama, al parecer había dejado un recuerdo plasmado en aquel banco, decía:
“El día de San Valentín tiene su magia, no dejen de creer en ella, y si se sienten solos y su compañía es la soledad, solo siéntense en el banco de las personas que no tienen suerte, tal vez, algo increíble les ocurra”.
Me fui a mi casa, al día siguiente regrese por la noche con la esperanza de volver a ver a Valentina, pero no, lo intente durante un largo tiempo con esperanza de otro resultado, pero no.
Supongo que esas cosas solo pasan una vez en la vida y que yo solo fui un tipo en el lugar indicado en el momento indicado, las palabras quedaran para siempre en mi cabeza, el rostro de aquella hermosa mujer jamás será borrado de mis recuerdos.

“No creas que porque estas en el banco de las personas que no tienen suerte, no te pueden pasar cosas bonitas”.
Kristtian Colina - "El banco de las personas que no tienen suerte"

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